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Doctrina de la Vida Cristiana

Dios en la figura de Jesús vivo una vida humana en su máxima expresión de santidad. En ese sentido Jesús es nuestro ejemplo. Creemos en un cristianismo holístico, que impacta todas las áreas de la vida. Por tal razón, aspiramos a que nuestras vidas sean de inspiración para quienes nos rodean, por ser positivas y equilibradas, cuidando nuestro cuerpo, refinando la mente y el espíritu.

22. LA CONDUCTA CRISTIANA: SIGNIFICA EL ESTILO DE VIDA de un seguidor de Dios, surge como nuestra respuesta agradecida a la magnífica salvación de Dios por medio de Cristo.

 

Pablo apela a todos los cristianos, diciendo: ‘Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:1, 2). Por eso, los cristianos protegen y desarrollan voluntariamente sus facultades mentales, físicas y espirituales, con el fin de honrar a su Creador y Redentor.

 

Cristo oró: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (Juan 17:15, 16). ¿Cómo puede un cristiano estar en el mundo y a la vez separarse de él? ¿Cómo debe el estilo de vida del cristiano diferenciarse del que prevalece en el mundo?

 

Los cristianos deben adoptar un estilo de vida diferente, no con el fin de ser diferentes, sino porque Dios los ha llamado a vivir según principios. El estilo de vida al cual los ha llamado, les permite alcanzar su máximo potencial como creación suya, haciéndolos eficientes en el servicio del Señor. El ser diferentes también les permite progresar en su misión: servir al mundo, ser la sal y la luz en él. ¿Qué valor tendría la sal si no tuviera gusto, o la luz, si no fuera diferente de la oscuridad?

 

Cristo es nuestro ejemplo. Él vivió tan enteramente en el mundo, que sus contemporáneos lo acusaban de ser “un hombre comilón y bebedor de vino” (Mat. 11:19), a pesar de que no lo era. Vivió de tal manera en consonancia con los principios de Dios, que nadie pudo hallarlo culpable de pecado (Juan 8:46).

Somos llamados a ser un pueblo piadoso que piense, sienta y actúe en armonía con los principios del cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, nos involucramos solo en aquellas cosas que producirán en nuestra vida pureza, salud y gozo cristiano. Esto significa que nuestras recreaciones y nuestros entretenimientos estarán en armonía con las más elevadas normas de gusto y belleza cristianos. Si bien reconocemos las diferencias culturales, nuestra vestimenta debiera ser sencilla, modesta y de buen gusto, como corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no consiste en el adorno exterior, sino en el inmarcesible ornamento de un espíritu apacible y tranquilo. Significa también que, puesto que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, debemos cuidarlos inteligentemente. Junto con la práctica adecuada del ejercicio y el descanso, debemos adoptar un régimen alimentario lo más saludable posible, y abstenernos de los alimentos inmundos, identificados como tales en las Escrituras. Como las bebidas alcohólicas, el tabaco y el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también abstenernos de ellos. En cambio, debemos empeñarnos en todo lo que ponga nuestros pensamientos y nuestros cuerpos en armonía con la disciplina de Cristo, quien quiere que gocemos de salud, de alegría y de todo lo bueno

 

(Rom. 12:1,2; 1 Juan 2:6; Efe. 5:1-21; Fil. 4:8; 2 Cor. 10:5; 6:14-7:1; 1 Ped. 3:1-4; 1 Cor. 6:19,20; 10:31;        Lev. 11:1-47; 3 Juan 2).

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