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Doctrina del Tiempo del Fin

La tierra, como la conocemos, tiene un fin pues Dios quiere que la humanidad retorne a su estado original.

Con este propósito nos ha revelado sus plan para ponerle fin al dolor y la tristeza en el Universo.

En la actualidad investiga quiénes vivieron siendo cómplices de su plan, con la promesa que lo

conocerán cara a cara, en un mundo sin dolor y siendo libres de crear y explorar eternamente.

26. LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN: El ejército filisteo se dirigió a Sunem, estableció su campamento y se preparó para atacar a Israel.

 

La estrategia poco optimista del rey Saúl colocó al ejército de Israel en el cercano monte de Gilboa. En el pasado, la seguridad que Saúl tenía de la presencia de Dios lo capacitó para guiar a Israel sin temor alguno contra sus enemigos. Pero había dejado de servir al Señor, y cuando el apóstata rey trató de comunicarse con Dios acerca de la batalla que se acercaba, Dios rehusó comunicarse con él.

 

El temor al futuro incierto y sombrío pesaba grandemente sobre Saúl. Si tan solo Samuel estuviera allí... Pero Samuel había muerto y ya no podía contar más con él. ¿O quizás podría?

 

Saúl localizó a una médium que había escapado de la persecución que él había ordenado contra todos los brujos, la visitó y quiso saber por su medio cuáles serían los resultados de la batalla del día siguiente. Primero le pidió que trajera a Samuel ante su presencia. Durante el trance, la médium “vio un espíritu ascender de la tierra”. Este espíritu informó al ansioso rey que Israel no solo perdería la guerra, sino que él y sus hijos morirían (ver 1 Sam. 28).

 

La predicción se cumplió. Pero ¿era realmente el espíritu de Samuel el que hizo la predicción? ¿Cómo podría un médium, condenado por Dios, tener poder sobre el espíritu de Samuel, el profeta de Dios? Y, ¿de dónde vino Samuel? Si no fue el espíritu de Samuel el que habló a Saúl, ¿quién era? Veamos lo que la Biblia enseña en cuanto a la muerte, la comunicación con los muertos y la resurrección.

La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es inmortal, otorgará vida eterna a sus redimidos. Hasta ese día, la muerte constituye un estado de inconsciencia para todos los que han fallecido. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca, los justos resucitados y los justos vivos serán glorificados, todos juntos serán arrebatados para salir al encuentro de su Señor. La segunda resurrección, la resurrección de los impíos, ocurrirá mil años después.

 

(Rom. 6:23:1 Tim. 6:15,16; Ecl. 9:5, 6: Sal. 146:3, 4; Juan 11:11- 14; Col. 3:4; 1 Cor. 15:51-54; 1 Tes. 4:13-17; Juan 5:28,29; Apoc. 20:1-10)

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